Por delante… un recorrido de 1000 millas en solitario, que me llevaba de L’Escala a Barcelona, para luego dirigirme a la boya meteorológica que se encuentra en medio del Golfo de León. Y continuar con una larga travesía hacia el norte de Córcega, rodear la isla de Gianutri en el mar Tirreno y finalmente deshacer el camino para concluir en l’Escala.
La fecha de salida se retrasó hasta el 9 de marzo, ya que los frentes iban barriendo la zona de navegación y los vientos eran demasiado duros para emprender esta singladura con garantías de éxito.
Finalmente un lunes por la mañana me hice a la mar, con un parte que se presentaba favorable para las próximas 48 horas, el cielo despejado y el sol prometían una gran navegación hasta Barcelona.
El Garbi de 12 nudos, me obligaba hacer bordos para llegar a mi destino, durante estas horas me fui amarinando y acoplando al barco.
A las 06h del martes en una oscuridad total, vire la boya meteorológica delante del puerto de Barcelona.
El parte meteo francés anunciaba un “coup de vent” de fuerza 7 del sector oeste por la zona. Al atardecer los colores del cielo ya presagiaban la llegada del viento. A las pocas horas estaba rizando las velas y el barco planeaba a más de 14 nudos.
Era mi primer contacto con el Mininui en condiciones duras y la verdad es que me pasé una noche de placer surfeando olas que cada vez eran más grandes. Al llegar a la altura de Porquerolles, el anemómetro marcaba rachas de hasta 38 nudos y lo que había sido placer se empezaba a convertir en un calvario.
La raya que separa el gozo del martirio es muy fácil de sobrepasar y la mayoría de las veces te coge desprevenido.
En este momento, el piloto ya no lograba gobernar el barco con seguridad, todavía faltaban muchas horas de puesta a punto y calibración.
Las olas se habían convertido en paredes verticales debido a que en el otro lado de las islas de Hyeres estaba soplando un viento contrario. De repente, me alcanzaron una serie de olas más grandes que las demás y en la segunda planeada la proa del barco parecio quedarse colgada en el vacío, unos segundos muy largos, en los cuales el cuerpo ya prevé que algo malo va a suceder con un nudo en el estomago o algo parecido.
La proa cae hacia un abismo de agua, para clavarse en vertical hundiéndose hacia abajo. La popa se levanta bruscamente y me escupe hacia adelante sin tener tiempo de cogerme a nada. Mientras caigo, siento como el palo toca el agua y luego con un golpe seco la línea de vida que llevaba atada al arnés me frena de golpe contra los guardamancebos del otro bordo.
Agua... mucha agua, caos y finalmente el barco que se restablece sobre el mar, el ruido del viento y las olas los cabos por el agua, las velas a la contra presionando una jarcia que milagrosamente ha aguantado la brutal embestida del mar y del viento.
Cuando conseguí poner todo en orden continue navegando, con una congoja en mi interior. La radio avisa de otro temporal de fuerza 7 a 8 en la siguiente zona de navegación, esta vez de morro, por lo que la prudencia me haceo tomar la decisión de refugiarme en puerto durante unas horas.
Una noche en tierra y reemprendo mi camino hacia el Este, esta vez con vientos muy suaves que van muriendo con la caída del sol. Tardo casi 3 días en completar 140 millas.
Ya se sabe que en el mediterráneo siempre nos sucede lo mismo, o falta el viento o hay demasiado.
Por fin......la isla de Giraglia!!!! se encuentra justo al norte de Córcega. Y agradezco los vientos sostenidos que reinan durante un par de días, que me permitien navegar hasta Gianutri y volver a Giraglia pasando junto a la isla de Elba a una velocidad digna para un Mini.
Al norte de Córcega las calmas volven a ralentizar mi vuelta casa. Definitivamente el canal entre Córcega y Francia no se me da bien.
Las noches todavía son muy largas y el poco viento reinante hacen que me cueste mucho avazar hacia mi siguiente waypoint.
A media tarde se establece un viento de componente Norte, de unos 15 a 20 nudos, que me permite cruzar el Golfo de León hasta la boya meteorológica,dejarla atrás y poner proa a L’Escala. La Tramontana sube, despacio, para dejar que terminie mi clasificacion planeando sobre las olas hasta llegar a puerto.
Quizás mucha gente no entiende el sentido real de hacer una calificación en solitario, pero la verdad es que te encuentras a ti mismo, con el barco con el que pretendes hacer frente al Océano Atlántico, eso te permite evaluar correctamente tu nivel de preparación, tanto mental, como técnico.
Siempre se aprende algo y además te sirve como un entreno antes de las regatas.